IV Salón de Arte Contemporáneo Juvenil Rural GME. Jardines de Resistencia: exploraciones estéticas en la ruralidad

En el marco de la clausura de este año escolar, el propósito de la presente exposición artística es promover algunas reflexiones colectivas sobre el arte contemporáneo, no solo como dispositivo de creación -que va más allá de una simple técnica-, sino también, como mecanismo de expresión de aquellas voces juveniles -gonzalinas-, desde lo que sueñan y comparten, hasta lo que atañe al sentido y significado de sus formas de vida.

Este salón se legitima como un espacio expositivo creado por y para los estudiantes, donde el arte se convierte en lenguaje, en protesta, en semilla, en memoria […]* entre tanto, les sugiere establecer una conexión y empatía sensibles a su entorno; permitiéndose cada uno, la exploración desde diferentes técnicas artísticas como el dibujo, la acuarela, la pintura, el video arte y el arte objetual: con la transformación de los pupitres en obras de arte. Estos procesos artísticos genuinos, surgen de profundas inquietudes personales y experiencias rurales, estéticas, sincrónicas y creativas; cada una reflejando diferentes percepciones y perspectivas de la vida.

Aquí, las obras no solo se exhiben: se sienten, se piensan y se cruzan con la vida rural, con los silencios del campo […]* con la vida cotidiana y escolar que integra la zona periurbana de la ciudad.

Este no es solo un salón de arte, una escuela de pensamiento crítico y una ventana abierta […]* para observar y hacer parte de ese mundo inagotable de posibilidades para habitar y compartir la existencia. Del mismo modo, para despertar la consciencia sobre las problemáticas medio ambientales que atraviesan la sociedad actualmente, a través de la sensibilización y el respeto por la biodiversidad y el autocuidado desde una propuesta artística y estética, que permita la empatía y la relación entre la naturaleza y el arte contemporáneo.

Así las cosas, el proceso estético de los estudiantes emerge de la relación consigo mismos, con los otros y con el territorio, ya sea mediante algún encuentro espontáneo y respetuoso con sus semejantes dentro y/o fuera del aula de clase, un espacio para compartir sus búsquedas e inquietudes, sus sueños esperanzadores.

Cada obra expuesta, suscita reflexiones sensibles y pictóricas, inspiradas por la diversidad humana y colectiva, resaltando la particularidad y excepcionalidad maravillosa de la vida misma, de la estética de la existencia.

Jessica Oriana Cardona












El IV Salón de Arte Contemporáneo Juvenil Rural del Colegio Gonzalo Mejía Echeverry marca un nuevo capítulo en la construcción de un territorio educativo donde el arte se convierte en encuentro, en lenguaje y en siembra de nuevas sensibilidades. Esta edición llega en un momento especialmente significativo: Jardines de Resistencia, el proyecto que da vida a estos salones, fue recientemente seleccionado como Centro de Interés ganador de la Convocatoria Nacional del Ministerio de Educación, dentro del programa Tecnologías para Aprender. Este reconocimiento da cuenta del valor pedagógico, cultural y estético de un trabajo que emerge desde la ruralidad y que sitúa a los estudiantes como protagonistas de sus propias exploraciones creativas.

El propósito del proyecto ha sido, desde su inicio, reconocer y visibilizar las experiencias estéticas biodiversas que nacen en el contexto rural y escolar, en diálogo con el territorio periurbano que habitan los estudiantes. En este marco, el IV Salón se legitima como un espacio expositivo creado por y para ellos, donde cada obra funciona como una huella sensible, una memoria compartida, una metáfora viva de sus formas de ver y habitar el mundo.

Las propuestas presentadas este año se enmarcan en lenguajes contemporáneos como el arte ecológico, arte contextual, arte objetual, land art, landscape art, earthwork y arte de la tierra, entre otras búsquedas. En cada una de ellas, los estudiantes tejen narrativas visuales que conectan su propia vida con el territorio rural que los rodea; desde la textura de la tierra y el color del paisaje, hasta los silencios, inquietudes y sueños que atraviesan su cotidianidad.











Cada obra expuesta en el IV Salón suscita reflexiones sensibles, poéticas y pictóricas inspiradas por la diversidad humana y colectiva que habita en la escuela. Son piezas que celebran la vida, la ruralidad, la creatividad y la estética de lo cotidiano; obras que revelan la excepcionalidad maravillosa de la existencia, expresada desde la sensibilidad juvenil.

El IV Salón de Arte Contemporáneo Juvenil Rural no solo cierra un ciclo estético, sino que abre un horizonte fértil para seguir sembrando procesos, diálogos y exploraciones donde el arte siga siendo resistencia, memoria y territorio.



































 


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