Salón de Arte Contemporáneo Juvenil Rural GME

 

Arte para vernos, pensarnos y transformar nuestro entorno

“El arte no solo representa la realidad, también la interroga, la resignifica y la siembra de nuevas posibilidades.”


En la institución educativa Gonzalo Mejía Echeverry, la creatividad ha encontrado un lugar de expresión crítica y colectiva: el Salón de Arte Contemporáneo Juvenil Rural, un espacio expositivo creado por y para los estudiantes, donde el arte deja de ser una técnica y se convierte en lenguaje, en protesta, en memoria, en semilla.

Aquí, las obras no solo se exhiben: se sienten, se piensan y se cruzan con la vida rural, con los silencios del campo y con las voces juveniles que hoy se atreven a nombrar lo que duele, lo que sueñan y lo que defienden.


Primera exposición: "Mujer: raíz, fuerza y memoria"

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el primer montaje del salón fue una apuesta por visibilizar las voces femeninas, los gestos cotidianos de resistencia, y la necesidad urgente de igualdad y respeto.

A través de dibujos, instalaciones, video arte,  y textos poéticos, los estudiantes abordaron temas como:

  • El trabajo invisible de las mujeres rurales.

  • La violencia de género.

  • El reconocimiento de lideresas campesinas.

  • La maternidad, la sororidad y la fuerza femenina.



Segunda exposición: "Jardines de resistencia: sembrar es resistir"

Inspirados en el proyecto de aula y laboratorio artístico Jardines de Resistencia, esta instalación colectiva transformó el salón de arte en un territorio vivo

Cada pieza fue una reflexión visual y sensorial sobre:

  • El valor de la tierra en contextos rurales.

  • El arte como forma de cuidar y defender la naturaleza.

  • La espiritualidad de sembrar como gesto estético.

  • Las luchas campesinas por el territorio.



Galería visual





















Un arte con raíz, cuerpo y voz

El Salón de Arte Contemporáneo Juvenil Rural seguirá creciendo como espacio autónomo, pedagógico y artístico. Cada montaje será un nuevo diálogo con las realidades que habitan nuestros estudiantes: sus preguntas, sus denuncias, sus deseos y su manera única de mirar el mundo desde la ruralidad.

Este no es solo un salón de arte: es una trinchera creativa, una escuela de pensamiento crítico y una ventana abierta a lo que los jóvenes tienen para decir… y crear.






















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